viernes, 6 de abril de 2012

Para ti.

Simplemente, y como siempre, es otra de mis muchas dudas.
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Esa sensación de vacío que invade tu pecho y lo empuja hacia adentro sin dejarte abrir los ojos, empiezas a retorcerte por dentro, todo te duele, te tumbas para no sentir nada, cuando te das cuenta de que lo que quieres es que no se te vea la cara, en esos momentos la entierras en la almohada y tus ojos se liberan lubricados por lagrimas de color... color... como explicarlo... ese color que te hace quemarte... no, no es rojo, es demasiado agresivo para un sentimiento de corta como el filo de un cristal roto, ¿Quizá un azul? no, demasiado bello para algo tan doloroso... ¿Amarillo? si podría ser... amarillo cual veneno que te pudre el corazón... Pones tu mano sobre la almohada para asegurarte de que aun estas viva, mientras el pelo se revuelve extendido en el colchón y entre tus parpados, tus piernas se encojen levemente para sentir tu propio calor, tu espalda se encoje y se estira al son de los gimoteos, la garganta te quema como el dolor que llevas dentro, sientes rebosar sangre en tu cabeza que empieza a doler asta el punto de poner la mano sobre ella con desesperación, de repente...


Paras.


Aún no te puedes mover, te duele demasiado el pecho, sientes tu alma cansada, la cabeza te pesa y aun asi, juntas fuerzas para poner la mano sobre la cama y con ella te impulsas hacia arriba con los ojos entrecerrados, te sientas y te escondes entre las rodillas, te abrazas a ti misma.


¿Qué es esto que siento? Te preguntas.


De repente, sin saber porqué cuatro palabras se escapan de tus labios:


Te hecho de menos.


Y continuas llorando. 

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