lunes, 16 de diciembre de 2013

No tengo valor para cumplir las promesas.

No se que ha pasado.
Un día somos hermanos, otro día incluso puedo llegar a creer que me echas de menos, otro día vuelvo a sentir ese miedo a hablarte.
También me he dado cuenta de que tienes menos valor del que pensaba y en muchas ocasiones lo confundes con orgullo.
También se que te prometí que yo iria a por ti, ¿lo recuerdas?
-Pero soy tonto y no puedo prometerme que no me vaya a volver a ir.
-¿?
-Y me pondré tonto y mi orgullo no me dejará ir a por ti ¿entonces que haremos?
-Te besé con una sonrisa y la mirada preocupada- Pues entonces iré yo a por ti.
-¿Segura?
-Me mereces la pena.

Claro, que tú ya no te acordarás de esto
que yo ya no tengo valor para enfrentarme a tus ojos con un ''No'' rotundo escrito en ellos.

Luego viene la lógica:

Si me quisiste de verdad a día de hoy deberías quererme ¿pero como lo se yo si un día pareces recordarme y al siguiente me siento una piedra que no deja cerrar la puerta de turno? 

Había gente que me decía:
-Pero al verle ve y plántale un beso verás como se le va esta tontería.
¿Pero como iba a hacer yo eso? ¿Como iba a arriesgarme a hacerte daño? ¿Arriesgarme a perderte? Nunca. 

Quizá no me estoy explicando. Quizá es seguro que no lo hago.

Pero no puedo evitar sentir que mi respeto hacia ti por decirlo de alguna manera desaparece cada día un poco más ¿porqué?
Porque una persona que no es capaz de luchar por lo que quiere por miedo a mis ojos es poco más que una molestia.
Una molestia que ha conseguido que no pueda llorar de nuevo. Que no sea capaz de cambiar el gesto de mi cara. Que mis sueños se queden dentro. Que haya pensamientos en mi mente que nunca pensé que existirían.

De nuevo no me he explicado. Te he hecho perder el tiempo.
Disculpa. Me voy simplemente con un consejo.

Si me quieres ven a por mi. No te lo pienses. Somos capaces de hacer que funcione.
Mucha suerte.