Pero ahí, junto al lago,se hallaba una chicha de unos 14 o 15 años, en el suelo tendida, respiraba con dificultad, en sus muñecas se clavaba un alambre de espino dorado que recorría sus muñecas bajaba asta su cuello,rodeaba su cintura y se hundía en sus tobillos, lágrimas nacían en sus ojos y morían en la hierva teñida de carmín, en el lado izquierdo de su pecho una mancha rojo oscuro se expandía por su ser,debajo de ella un corazón de metal se fundía en su cuerpo derritiéndose en su piel, penetraba en su carne como su cuerpo en hierba húmeda,
la pobre chica apenas podía respirar, el dolor la estaba matando no era capaz de moverse,los alambres mas se hundían, el corazón se derretía era increíble imaginar que bajo un cielo tan hermoso en tal mágico lugar,estuviera sintiendo en cuerpo lo que se siente cuando tu amor te intentan robar.
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Venga anda, di algo, que me siento solica.